Francia y La Union Europea

Francia y La Unión Europea

Con la victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de Francia y la posible reelección de la Canciller Angela Merkel en Alemania, se vislumbra una esperanza de supervivencia para el euro y la Unión Europea (UE) en el largo plazo.
En Francia, la victoria del movimiento La República en Marcha en las elecciones parlamentarias –en las cuales obtuvo 360 de las 577 sillas, por encima de las 289 que constituyen la mayoría absoluta–, le asegura un amplio respaldo al presidente Macron para llevar a cabo su programa de reformas. Con una alta probabilidad, sus propuestas serán respaldadas también por muchos parlamentarios de los partidos tradicionales –los Socialistas y los Republicanos–, sobre todo por los que llegan por vez primera a la Asamblea Nacional (AN), con posiciones más hacia el centro que sus predecesores.
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Como Francia padece un ritmo lento de la actividad económica y un alto desempleo, según Aghion, el programa de Macron está concebido para lograr una aceleración del crecimiento con base en la innovación, junto con una mayor protección social y una mejor educación. Entre las propuestas prioritarias se destacan una reforma de las reglas éticas en la política y otra del mercado laboral, que sus predecesores no pudieron realizar por la oposición del parlamento y las protestas de los ciudadanos en las calles.
La reforma para el mercado de trabajo contempla modificaciones profundas para flexibilizar el código laboral, que es uno de los que más dificultan la contratación y el despido de trabajadores en Europa. Los cambios deberán permitir a las empresas una mayor libertad para negociar los salarios, las condiciones de trabajo y la jornada laboral con sus trabajadores y los sindicatos. Para conseguirlo, el gobierno planea presentar al final del mes un proyecto de ley a la AN y lograr su aprobación por medio de una vía rápida (fast-track) para septiembre. La reforma es deseable para disminuir la inequidad en un mercado laboral en el cual los empleados permanentes están protegidos por su acceso a la seguridad social, mientras que los jóvenes y las minorías no tienen un empleo estable, por lo cual están desprotegidos.
La lenta actividad económica y los elevados costos laborales mantienen alta la tasa de desempleo en Francia. Para bajarla es necesario acelerar el crecimiento y reducir los costos del trabajo formal. Con el propósito de disminuirlos, Macron plantea recortar la carga de la seguridad social para los empleadores e incrementar los beneficios en el trabajo para los empleados de baja remuneración. Esta propuesta requiere una mayor financiación por parte del Estado, a través de impuestos más altos o una reasignación del gasto. Quizá la última sea la mejor forma de hacerlo, porque la magnitud tanto de los ingresos del Estado (53,2% del PIB) como la del gasto público en Francia (56,5% del PIB) son elevados incluso para los estándares europeos (44,4% y 46,2% del PIB, respectivamente, en la UE).
Por tal motivo, con el fin de estimular la inversión, Macron también propuso reducir la tasa del impuesto sobre la renta de las empresas, que es una de las más altas de Europa, de 33% a 25%. Además, durante la campaña presidencial planteó recortar el gasto público junto con la nómina del Estado. Esa será la única manera de cumplir su promesa de bajar el déficit fiscal al máximo de 3% del PIB, que es el compromiso de los países miembros de la Zona del Euro.
Para disminuir la oposición que con seguridad tendrán estas propuestas, Macron debe convencer a la opinión pública de que con su implementación será posible mejorar el bienestar de la mayoría de la población.
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El éxito en la implementación de esas reformas haría que Alemania recuperara la confianza en la capacidad de Francia para crecer de manera sostenida en el mediano plazo.En ese caso se fortalecería la posibilidad de una alianza para defender los mismos ideales económicos y políticos, con base en los cuales llevar a cabo las reformas que requiere la ZE, en procura de alcanzar un mayor crecimiento potencial, sobre el cual cimentar su estabilidad macroeconómica, financiera y política.
El presidente Macron y la canciller Merkel podrían construir ese pacto para liderar la solución de los problemas más importantes que aquejan a la UE: el bajo crecimiento potencial, la inmigración y la seguridad.
También podrían dirigir el diseño y la implementación de algunas reformas para aumentar la esperanza de vida de la UE. En la opinión de Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, esas reformas deben buscar una mayor integración económica y política, con el fin de lograr un mejor funcionamiento del euro en el mediano plazo, para fortalecer su credibilidad y su estabilidad.
Como argumenta Lucrezia Reichlin, de la London School of Economics, entre las necesidades urgentes está mejorar los marcos de gobierno financiero y fiscal de la Zona. En el primer caso se requiere completar la unión bancaria, de manera que los países que adoptaron el euro y los que opten por él en el futuro tengan las mismas normas financieras. Estas deberían incluir un mecanismo creíble de resolución de las quiebras.
Foto: El fortalecimiento del euro requiere completar la unión bancaria y establecer una unión fiscal entre los países que lo han adoptado como moneda y los que quieran hacerlo en el futuro.
En el segundo caso se necesita una Unión Fiscal para la Zona. Esta debería tener una institución centralizada, a la manera de un ministerio de hacienda, con la facultad de administrar un presupuesto conjunto. Con base en él, esa autoridad estaría en capacidad, cuando fuera menester, de proveer el estímulo fiscal, de brindar asistencia a los países afectados por choques económicos adversos e incluso de administrar un seguro de desempleo. De este modo, los países aportantes compartirían los riesgos de las coyunturas desfavorables.
Además, el sistema de gobernanza fiscal de la Zona debería basarse en dejar operar la disciplina del mercado, de modo que éste valore de una forma apropiada el riesgo soberano de cada uno de los países que la integran. Tendría que incluir también un marco para reestructurar la deuda pública de los miembros que se vean obligados a hacerlo.
Cambios de semejantes dimensiones deberían ser aprobados por la ciudadanía, que además tendría que dar al parlamento de la Zona el poder de hacer rendir cuentas a las instituciones que se creen para esos propósitos.
La actividad económica en Europa se ha tornado más dinámica de lo previsto este año, lo cual contribuye a generar una mayor estabilidad política en el corto plazo.
El presidente Macron y la canciller Merkel deberían aprovecharla para liderar los cambios que necesitan la Zona del Euro y la UE, con el fin de recuperar la confianza de sus ciudadanos, para mitigar los riesgos que representan los movimientos políticos nacionalistas y populistas, tanto de derecha como de izquierda, para su existencia.

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